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Acertijo en rojo parte 3

 

Ya con la anterior podía deducir de a poco cada letra del abecedario, quedando así:

A

25

B

34

C

ft

D

×+

E

5$

F

vq

G

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H

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I

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J

W3

K

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L

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M

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N

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O

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P

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Q

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R

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S

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T

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U

×g

V

7

W

8g

X

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Y

q0

Z

3h

 

 

Lo que me permitió poder resolver las cartas que al final decían lo siguiente:

Carta 1:

“Yo Soy”

Carta 2:

“Tu mujer es peligrosa”

Carta 3:

“No sabes cómo quisiera contarte todo en persona, pero es lo mejor para ti y para mí. Las primeras cartas que te envié eran para manifestarte que tu mujer es un peligro para nosotros. Recuerdo que era un domingo cuando ella se fue a duchar; el celular sonaba y sonaba. Te acercaste y viste mensajes de un contacto no registrado que hablaba cosas de amor con ella. Ese día te fuiste y nos vimos en la playa; me contaste todo eso. Te recomendé dejarla, pero no quisiste.”

Carta 4:

“cada vez que me contabas algo de ella, era peor; no sabías qué hacer. Hace un par de meses, te enteraste de que era parte de una secta, antes de que tu amigo te lo contara. Y ahora estamos acá en este callejón que no conduce a nada. Sabes que ella es un peligro para ti.”

 

 

Después de tener listo el contenido de las cartas, empecé a llamar a Juan y Diego, pero ninguno me contestó. Fui a verlos a sus casas, pero nadie me recibió. Algo había pasado, pero no tenía ni la más mínima idea de lo que fuera.

Pasaron los días y me llamó Diego.
—¿Puedes venir al café avenida 29?
Solo me dijo eso. Fui, y allí conversamos. Se veía cansado, como si algo malo hubiera pasado. Mi mente me llevó a muchos lados, pero esperé a que Diego me contara lo que ocurría.

—Te quería agradecer por todo lo que me has ayudado. Han sido semanas duras y me disculpo si no te contesté, pero han pasado cosas malas.

Lo miré con atención, no quería pensar mal de todo.
—Juan está hospitalizado y veo complicada su salud. La mujer de él fue llevada por la policía hace unos días y está detenida. Su futuro se ve negro porque está muy involucrada en la secta y por cosas ilícitas.

—¿Pero está muy mal Juan? —lo interrumpí.
—Sí. Fue internado por una crisis psicótica. Cuando nos fuimos de tu casa, no se fue a su casa, se alojó en un hotel y, días después, una mucama lo vio ensangrentado. Me llamaron y lo llevé al hospital, y allí lo derivaron a un centro psiquiátrico. Durante días solo hablaba de una mujer.

—Resolví las cartas —lo volví a interrumpir.
—¿Qué?
—Sí, logré resolver lo que decían las cartas. Y si ahora me dices que habla de una mujer, puedo entender que sea eso. Las cartas hablan como si fuera algo de amor o un encuentro de él con una mujer.

Le mostré las cartas y cómo las había resuelto con esos códigos tan complejos. Miré a Diego, pero no fue algo que lo ayudara. Su rostro era de frustración.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—Juan me dio el nombre de una mujer, su número, su dirección. La busqué, pero ella murió hace dos años. Las cartas que tradujiste posiblemente las pudo haber escrito él. La mujer de la que habla era una amiga suya; yo no la conocí.
—Wow. ¿Entonces me dices que él escribió todo? —le pregunté.
—Eso es lo que creo.

Después de conversar con Diego, me fui caminando a mi casa. Me había concentrado tanto en lo que decían las cartas, pero había dejado de lado el lado humano de todo esto. El hombre había colapsado por todo lo que ocurría y su mente creó una amiga para que lo salvara de su mujer, pero en realidad era él mismo que quería salir de todo.

Bueno, por lo menos logré resolver el acertijo y, en parte, le ayudé a Diego en todo este caso que pareció un acertijo escrito en rojo.


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